TIENDA DEPORTIVA PIGO PÉREZ

HISTORIA:

Pigo Pérez fue fundado en el año 1939 por José Rodrigo Pérez González, mi abuelo.  Muchas veces la historia de un negocio no empieza en la fecha de su apertura, sino que ésta es precedida por aptitudes, crianza y necesidades de su fundador.  Pigo, mi abuelo, era hijo de un fontanero, conocido en el Cartago de la primera mitad del siglo pasado como Chico Cholo.  Con él aprendió a trabajar y a despertar la creatividad de reparar las cosas y no de simplemente sustituir lo que estaba dañado, era lo que se hacía en esos años difíciles, años que quedaron incrustados en medio de dos guerras mundiales, tiempos de crisis, de escasez y sobre todo de mucho trabajo.  Después de ser ayudante de su padre, empezó a laborar en mantenimiento en el Sanatorio Durán y es quizás en esta etapa que surge su pasión por la bicicletas, ya que este era el vehículo que utilizaba para trasladarse a su trabajo y movido por la necesidad de repararlas es que decide empezar con un taller.  En esos días se trabajaba con las uñas, había una herramienta básica que se usaba para todo, algunas eran las que se utilizaban en fontanería y otras tenía que ingeniárselas él;  como no existían los parches de vulcanización química en frío que utilizamos hoy en día, se reparaba con una maquinita para vulcanizar en caliente, esto le atrajo mucha clientela de campesinos que le llevaban a reparar sus botas de hule.  Al ir creciendo la actividad de la reparación y siendo que en esa  época era muy difícil para la mayoría de las personas adquirir una bicicleta, tuvo mi abuelo la genialidad de alquilar bicis por periodos de media y una hora;  recordemos que estamos en los días después de la II Guerra Mundial y para colmo viviendo nuestro país la Guerra Civil del 48.

El alquiler de bicicletas es lo que hizo de Pigo Pérez una persona tan conocida, tanto por gente del centro de Cartago, como por muchísimas personas del área rural, gente que aun hoy en día cuentan sus anécdotas de cuando le alquilaban a Pigo una bici para ir a darse una vuelta por los alrededores, algunos cuentan con gracia cómo se tomaban más tiempo de la cuenta y desinflaban la bicicleta en la esquina antes del taller para justificar el atraso, otros se carcajeaban porque al llegar se hacían tirados de la bici y salían en carrera y no faltó quien la puso queditita por algún rincón para que mi abuelo no viera el daño, consecuencia del gran reventón que se dieron en alguna caída.  El precio del alquiler no se precisa, desde algunos que dicen que costaba 50 céntimos la hora, hasta 3 "pesos" media hora;  en alguna ocasión le pregunté a mi abuelo, pero ni él mismo recordaba.

Con el paso del tiempo el taller fue creciendo y la venta de repuestos y bicicletas pasó a ser una actividad importante, eso creó la necesidad de un nuevo local y esa necesidad es la que nos tiene ubicados en esta esquina desde mediados de la década de los setenta.  En esta ubicación se diversificó la oferta de productos con lámparas para casa, artículos deportivos, guitarras y hasta línea blanca;  pero con el paso del tiempo hemos tomado la decisión de especializar el negocio mirando hacia la actividad deportiva y dándole mayor énfasis al ciclismo.

Pigo Pérez siempre ha estado dentro de la familia; con mi abuelo retirado de la actividad, el negocio pasó a manos de mi padre, José Bernardo.  Pero no se lo regaló, si no que, fiel a valores arraigados en nuestros antecesores, de esos de que todo en la vida cuesta y hay que ganárselo, se lo vendió.  Así fue como una segunda generación de la familia estaba al frente.  Unos años después, y de igual manera, la actividad pasa a ser mi responsabilidad, convirtiéndome en la tercera generación encargada de velar por la buena marcha de Pigo Pérez e Hijos, S.R.L.

No está de más mencionar algo que se ha convertido en una tradición de la provincia:  El Colacho en Bicicleta.  Una ocurrencia de mi tío Rodrigo se convirtió, con el pasar de los años, en todo un símbolo de la navidad cartaginesa.  Recuerdos de todo tipo nos depara este San Nicolás, estando ligado a  vivencias de niños de muchas generaciones.  Incluso ha traído tragedia, ya que en el año 2003 provocó un incendio que destruyó totalmente mobiliario y mercadería.  Lleva el colacho todo el cariño de la familia, ya que en su reconstrucción participamos mis padres, mi esposa y yo.

Esto es, brevemente, Pigo Pérez e Hijos. 

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